viernes, 24 de octubre de 2014

Cuidar a los que cuidan. El arte de pedir ayuda



Desde que iniciamos nuestro recorrido por las sierras, a finales de septiembre, continuamos tratando de acercarnos un poco más a las principales necesidades de las familias y cuidadores de personas mayores en el pueblo.


Las consecuencias del cuidado de una persona dependiente son muchas y diversas; es una experiencia difícil y prolongada que conlleva importantes cambios que afectan al día a día de las personas cuidadoras.

Como suele ser habitual, la mayoría de asistentes vienen siendo mujeres, las mismas que se hacen cargo de su pareja, madre o padre, las mismas que forman parte de la estadística como las más longevas que se mantienen en el pueblo porque su autonomía y responsabilidad les permite continuar cuidando de si mismas después de cuidar de los demás. Muchas de ellas viven solas.
A lo largo de este ciclo de encuentros hemos tratado de saber cómo se encuentran los familiares y cuidadores, cómo entienden la relación de ayuda y cómo se han adaptado a los diversos cambios psicológicos, sociales, económicos,  familiares, laborales.. que conlleva esta nueva situación.
El deber moral y la responsabilidad social está fuertemente interiorizado como la principal razón o motivación para cuidar a las personas que queremos y que antes nos han cuidado.
 Desde esta actitud surge, a menudo uno de los pensamientos más comunes pero no por ello acertado: “Nadie puede cuidar a mi familia mejor que yo”. En torno al análisis de esta idea hemos tratado de reflexionar sobre la vivencia de la responsabilidad y la relación de ayuda en el contexto familiar.
A menudo, en un primer momento muchos familiares perciben que no necesitan ayuda, se sienten fuertes y responsables y se sienten en la obligación moral de serlo.
Esta autopercepción, condicionada por fuertes presiones sociales y culturales, está muy presente en el mundo rural, lo que dificulta para las familias considerar que pedir y aceptar ayuda  puede mejorar, de manera importante, la relación de cuidado, conciliando la atención al mayor y el cuidado de uno mismo.
En este sentido, queremos compartir con vosotros algunas de las reflexiones, surgidas en estos encuentros, sobre el arte de pedir ayuda cuando la necesitamos, confiando siempre en nuestra capacidad para crear nuevos aprendizajes, para los que no hay edad:   

Si necesita ayuda pídala abiertamente, no espere a que lo adivinen. Diga de forma clara y concreta el tipo de ayuda que necesita.

• Pedir ayuda no es un signo de debilidad: es una excelente forma de cuidar de su
familiar y de usted mismo.

• Déjese ayudar y enseñar por otros familiares, instituciones, organizaciones, asociaciones, etc. Tenga en cuenta que muchos trastornos en el comportamiento de las personas dependientes vienen motivados por la permanencia durante largos
períodos de tiempo en casa sin haber acudido a centros o servicios
adecuados a sus características, lo que provoca en muchas ocasiones un bajo nivel de estimulación y una falta de actividad considerable.

• Sepa adaptarse a la ayuda que le ofrecen, la suya no es la única ni tiene por qué ser la mejor. De esta forma, además de evitar conflictos familiares, se consigue más fácilmente que los demás colaboren con usted en el cuidado.

• Agradezca el apoyo recibido. Eso facilitará la continuidad de la ayuda.

• La responsabilidad de cuidar a un familiar no tiene por qué ser exclusivamente suya, pero también es cierto que no se puede obligar a nadie a asumir esta responsabilidad.

• Deseche pensamientos como "nadie puede cuidar a mi familiar mejor que yo". Probablemente sea cierto, pero existe un gran desconocimiento de la oferta de los servicios existentes y una actitud negativa respecto a su utilización que no favorece en nada la tarea de cuidar.

Continuamos nuestro recorrido, conscientes de que la tarea de desaprender para conseguir mejorar nuestra salud y nuestras relaciones personales, se construye en colectividad y se trata de una carrera de fondo. El siguiente paso lo damos en nuevos encuentros, en El Tejado, Ledrada y Los Santos.

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